martes, 28 de enero de 2014

El Viaje

Mientras yo estaba jugando con mi hermanita pequeña, mi papá y mi mamá estaban preparando las cosas del viaje.
Antes de empezar, mi nombre es Shaina y tengo 7 años. Vivo en una aldea muy pequeña de África. Mis padres también son africanos como yo y mis cinco hermanos. Mi aldea es muy pequeñita, pero me encanta. Mi papá dice que debemos marcharnos y yo no entiendo el por qué. Aquí tengo muchos amigos y amigas, con los que juego todos los días. Es verdad, que no hay mucho para comer, y mis padres dicen que a donde vamos viviremos mejor, y ellos podrán encontrar un trabajo.
Mi papá se dedica a la pesca, pues en mi aldea hay un bonito lago. No hay muchos peces, y a mi padre le pagan poco por ellos.
Mi mamá siempre está en casa, cuidando de nosotros, acarreando agua y todo lo que puede, pues somos muchos y todos pequeños.
Yo, soy la mayor de mis cinco hermanos. También me quedo en casa ayudando a mi mamá.
He oído hablar del colegio, un sitio muy bonito e interesante que se sitúa algo lejos de mi casa. Allí van los niños a aprender a leer y a escribir. Yo no puedo ir, mis padres dicen que hace falta que cuide de mis hermanos, y que al sitio que vamos, quizás allí pueda aprender a leer, escribir y todo lo que quiera.
Bueno, lo que estaba diciendo al principio, nos vamos de viaje, en una pequeña barca, donde solamente cabemos mis padres, mis hermanos y yo. No me puedo llevar más nada. Echaré mucho de menos a todos mis amigos, aunque dicen que alguna vez al año me enviarán una carta, escrita por los niños que van al colegio y saben escribir. Yo, como ya sabré leer y escribir, la leeré y les contestaré.
Con la barca, haremos un viaje largo, cruzaremos un estrecho llamado Gibraltar, como dice mi mamá. <<Vamos a un país distinto que el nuestro, no vale llorar ni asustarse>> fue lo último que me dijo mi papá antes de subirme a aquella barca. Mi mamá, un poco nerviosa (no se por qué), nos dio un beso a cada uno. Nos montamos apretaditos en la barca. Yo iba agarrada de la mano de dos de mis hermanas, los otros tres los llevaba mamá encima.
Empezamos a navegar y se hizo de noche, a penas veíamos nada. Todos nos quedamos dormidos, menos mi papá, que estaba muy atento al ruido de las olas. De pronto vino una ráfaga de aire frío, que hizo despertarse a algunos de mis hermanos, que se pusieron a llorar. También me desperté yo, pues tenía algo de hambre y mucho frío. Lo único que sabía decir mi mamá era que pronto llegaríamos. Hacía cada vez más viento, se empezaron a levantar las olas. La barca daba grandes saltos. Con la luz de la Luna, veía a las olas como grandes monstruos que nos querían comer. Yo estaba pasando mucho miedo, me agarré a mi papá, y él me dio un fuerte abrazo. Me estaban entrando ganas de llorar, recordando toda mi vida en aquella pequeña aldea, rodeada de los que me querían.
De repente, vi venir a lo lejos una ola bastante grande, como nunca antes la había visto. Le grité a mi papá, y la única reacción de este fue agarrarse bien fuerte a la barca. Yo y mi mamá hicimos lo mismo. Ahora tenía mucho más miedo. Ese gran monstruo se iba acercando poco a poco. El viento soplaba cada vez más fuerte. Pensé, que lo mejor era cerrar los ojos. Los cerré, y pronto me sentí debajo del agua, la barca había volcado. No era capaz de subir a la superficie, notaba que me faltaba el aire. No se como pude, pero abrí los ojos, vi a toda mi familia caer hacia abajo, hacia ese fondo negro e infinito. Me temblaban las piernas y ese gran agujero me arrastraba. Entonces fue cuando comprendí que había llegado también mi hora; quizás no era al agujero negro donde nos querían llevar mis padres, pero era hasta donde habíamos podido llegar juntos.

sábado, 18 de enero de 2014

De una sensación agradable a...

Erase una vez... Espera, espera, espera; esto no es un cuento inventado como cualquier otro, esto es una realidad que nos pasa.
Vamos a situarnos a principios de primavera, en el mes de marzo. Empiezan a salir pequeños rayos de sol a través de las grandes nubes blancas, que nos empiezan a calentar poco a poco. Dejamos atrás lo que hace unos meses no nos podíamos ni quitar: abrigos, bufandas, guantes... A todo el mundo le cambia el humor a mejor, se sienten felices, libres, con ganas de divertirse. Un poco más adelante, los niños están deseando salir fuera, a jugar con sus amigos a la pelota, a dar un paseo, a comprarse un rico helado. Todo el mundo quiere que llegue la tarde, pues después de una larga siesta, quieren salir a pasear, a tomar un café... Pronto llega el tiempo en el que hace falta quitarse más ropa, pues va haciendo cada vez más calor. Todos los que tienen piscina la preparan, la limpian, la ponen bonita, para pasar un verano muy divertido en ella. Otros preparan impacientes sus maletas para irse de vacaciones a un lugar precioso. Siguen llegando fiestas, a las que todo el mundo acaba yendo por las noches, calurosas y buenas.
Poco a poco se va acabando todo esto: la gente vuelve a su trabajo diario, los niños al colegio, los adolescentes a la universidad... Sigue haciendo muchísima calor, y la gente se empieza a agobiar y a coger cansancio por ella. Por el día tienen que hacer su trabajo, sudando, con el aire acondicionado puesto a tope, apenas sin ganas de hacer nada. Por las noches, agobiadas por el calor, sudando, sin conciliar el sueño... Todos ya cansados de tanto sol y tanta calor, deseando que empiece a llover y que bajen las temperaturas, no pensando en otra cosa solo en que llegue ya el invierno.
Como conclusión: una magnifica sensación como es la calor, a la larga puede convertirse en una sensación desagradable que todos nos queremos quitar de encima.


domingo, 12 de enero de 2014

La Inmigración

Opinar sobre la inmigración, para mí, es un tema que me resulta complicado, porque tiene dos versiones o partes diferentes: la versión o parte del inmigrante y la versión o parte del que la recibe. A la vez, la versión o parte del que recibe la inmigración, puede tener dos puntos de vista, los que lo ven como una cosa mala (que suelen ser los racistas) y los que lo ven bien y no les importa (los que no son racistas).
Yo, empezaría por la versión de los inmigrantes. Estos emigran de su país por falta de trabajo, dinero o para tener una vida mejor. Al llegar al otro país intentan de buscar trabajo, vivienda, amigos... En un país como España, los inmigrantes están protegidos, por lo tanto intentan darles trabajo, una vivienda en condiciones, ayudarlos con el banco de alimentos (si la situación es más grave)... Hay algunos inmigrantes que agradecen y aprovechan todo lo que se hace por ellos, y llegan a vivir un poco mejor que en su país. Pero por otra parte, hay inmigrantes que se aprovechan de estos beneficios que les ofrece el Estado: al estar más protegidos, que incluso un español natal, no pagan apenas impuestos, se aprovechan de la alimentación que les dan gratis, hacen lo que le da la gana sin tener problemas; si tienen un problema en la justicia (con un español) casi siempre salen ganando ellos...
Por todo esto, los que reciben la inmigración, tienen esos dos puntos de vista. Voy a hablar primero de los que ven la inmigración como una cosa mala o muy mala, ya que lo encadenará con lo otro. Las personas que ven que la inmigración está mal, suelen ser racistas, y para verlo de esta forma (a parte de su racismo) se apoyan en los inmigrantes que se aprovechan de los beneficios, y se creen que todos son iguales y por eso no les dan ninguna oportunidad. Estas personas, también piensan que los inmigrantes vienen a su país a quitarles el trabajo (mientras que vienen a hacer el trabajo sucio o que nosotros no queremos), el dinero; y los obligan a que descarten sus costumbres y tomen las suyas y sino son marginados, amenazados o incluso maltratados. Detrás de todo esto, se encuentran las personas que ven que la inmigración está bien y de hecho los protegen. No creen que les vengan a quitar nada y que mucho menos les tengan que quitar ellos sus costumbres. Estas personas, para pensar así, se apoyan en los inmigrantes que agradecen lo que se hace por ellos y también, por si algún día ellos mismos tuvieran que emigrar cómo les gustaría que les tratasen. Esto último que he dicho, me parece genial, porque si nos imaginamos que nosotros tuviéramos que emigrar de nuestro país para ir a otro, ¿cómo nos gustaría que nos acogieran y nos tratasen? Bueno, me imagino cual sería la respuesta.
Para terminar, una pequeña opinión personal. No hay que ser racistas, hay que darles una oportunidad siempre a los inmigrantes (ellos sabrán lo que hacen con ella) y si se aprovechan de esta, no hay por qué protegerlos tanto, ya que si no se seguirán aprovechando de los beneficios y de nosotros. Y lo más importante, preguntarnos esa pregunta que he realizado antes: ¿Cómo nos gustaría que nos acogieran y nos tratasen a nosotros en un país extranjero?

viernes, 3 de enero de 2014

Los Abusos

El tema de los abusos puede ser delicado, ya que hay sufrimiento por parte de la víctima y difícil solución al problema. Es verdad que hay que poner freno a estos abusos porque se pueden convertir en casos graves, pero la pregunta es cómo.
Cuando hablamos de abusos, no solo decimos abusos escolares, también hay abusos entre grupos de amigos, entre adultos (ya sea en el trabajo o incluso por la calle), entre niños pequeños... También estaría bien decir que hay abusos más graves que otros, pero que a la larga se convierten también en graves.
En la mayoría de los casos, la víctima es inferior al acosador (o acosadores), por lo tanto se siente indefensa para protegerse. Tampoco la víctima tiene valor para contar su problema a otras personas (familia, profesores, amigos) y por lo tanto no pueden ayudarla. La víctima, si siguen abusando de ella, puede llegar a sentirse muy, muy mal, hasta el punto de quererse morir.
El acosador o acosadores, se unen en grupos (como una piña) pues así son más fuertes y están más protegidos. Sin embargo, individualmente, los acosadores no son capaces de actuar ante la víctima. Y otra de las cosas más importantes es que si tu te quedas callado (aunque no estés en el grupo "acosador") y no haces nada para impedir el abuso, estás siendo cómplice. Es muy importante no ser cómplice, ya que, quizás, uniéndote a la víctima se unirían todos los demás y se podría solucionar, incluso, el problema.
¿Por qué he dicho antes que era difícil la solución al problema? Lo he dicho porque si nadie se une a la víctima, y esta tampoco se lo cuenta a nadie, es casi imposible solucionarlo y al final la víctima no podrá más y podría ocurrir de lo peor.
Por todo esto creo que es importante que todos "midamos nuestro nivel de acosadores" que tenemos.
Y lo más importante, que nos dejemos de ser cómplices y nos unamos todos hasta que dejemos solo al acosador y así proteger a la víctima, que se puede solucionar si todos nos unimos y aportamos nuestro granito de arena.