sábado, 14 de diciembre de 2013

Cuento: Un Poder Sobrenatural

Habían pasado ya treinta días desde que Rydian descubriera su extraordinario poder para hacerse invisible en el momento que quisiera.
Y aquella mañana, Rydian, se despertó sobresaltado, como habitualmente, después de su pesadilla nocturna, en la que los científicos intentaban capturarlo y él escapaba. Seguía preguntándose por qué, cómo y de quién había heredado aquel poder. Le daba muchas vueltas a la cabeza, pero era incapaz de responder a tan difíciles preguntas.
Se levantó de la cama y se vistió para ir al parque donde solía reunirse con su pandilla de amigos. Seguía ocultándoles el secreto, con miedo a que le tomaran como un extraño y un ser de la ciencia.
Bajó las escaleras lentamente, escalón por escalón. Abajo, en la cocina, lo esperaba su abuela con el desayuno preparado. Pero aquella mañana, su abuela estaba algo diferente, estaba leyendo muy atenta y concentrada el periódico.
-Buenos días, Rydian- dijo la abuela.
-Buenos días abuela... -¿qué estás leyendo?- preguntó Rydian con miedo, ya que era bastante raro que su abuela le pusiera tanto interés a aquel periódico.
-Rydian, mira... Aquí dice que ayer por la noche una banda de ladrones robaron al banco de esta ciudad... Mmm, ¡un millón de euros!- respondió la abuela asustada.
Rydian se quedó pensando un momento. <<¿Podría hacer yo algo con mi poder?>> se preguntó. Algo en su corazón le decía que sí. De repente terminó de tomarse su desayuno, se levantó de la silla y cogió sus cosas.
-¿Dónde vas hijo?- preguntó la abuela levantado la vista del periódico.
-Abuela, he cambiado de planes, ya no voy a ir al parque- le respondió rápido mientras terminaba de colocarse la mochila.
-Entonces, ¿a dónde...?- no terminó de preguntarle la abuela cuando él de un portazo cerró la puerta.
Rydian se disponía a buscar a aquella banda de ladrones, y quitarles el botín que no les correspondía, usando su extraordinario poder. Por una vez en su vida se sentía seguro de si mismo y de lo que iba a hacer.
Llegó al lugar de lo ocurrido, al pequeño banco de la ciudad. Había policías y detectives, pero ninguno tenía ni idea de aquella banda de ladrones, y claro, mucho menos de el botín.
Rydian colándose entre el barullo de personas que había allí, logró llegar hasta un policía y empezó a preguntarle algunas preguntas. El policía, sorprendido por aquel joven, le contestó a las pocas que pudo, ya que las cámaras de seguridad no habían grabado nada y no tenían más información que unas cuantas huellas y pequeñas pistas.
Rydian, más inteligente de lo que creía, supo poner, en silencio, en pie todas las cosas que le contó el policía. Llegó a varias conclusiones, y entre ellas creía que sabía donde estaban los ladrones. Tenía muy claro que el trabajo lo realizaría solo y en silencio y no tendría que darle explicaciones a nadie.
Por el camino que creía que estaría el hogar de los ladrones, Rydian empezó a pensar, hasta que tuvo un buen plan para quitarles el botín a los misteriosos ladrones.
Llegó a una casa grande, vieja, descuidada y solitaria. De repente escuchó unas voces.
-Vamos, lo hemos dejado todo en el sótano...- decía una de las graves voces.
-¿En el sótano? Bajando las escaleras ¿verdad?- decía otra voz todavía más grave y brusca.
Rydian lo tenía todo tan claro y lo veía tan fácil, que a veces dudaba a ver si lo que le estaba pasando era todo un sueño, pero se pellizcaba y sí, sí era la realidad.
Cuando vio que los dos hombres ya estaban en el sótano, fue cuando decidió atacar. Salió sigilosamente de su escondite, y se puso en dirección a las escaleras. Cuando iba a bajarlas, pensó que lo mejor sería ir preparando ya su poder. En un abrir y cerrar de ojos, Rydian se convirtió en invisible. Se dio cuenta de que los hombres habían dejado la puerta entre abierta, por la cuál él cabía de lado. Poco a poco fue entrando a aquel gran sótano donde discutían los dos hombres. Rydian invisiblemente, no dejaba de mirar el botín, expuesto en una vieja mesa de laboratorio, pues sabía de más que en el momento en el que se despistaran lo más mínimo, tenía que cogerlo rápidamente y salir corriendo.
Mientras los dos hombres seguían discutiendo cada vez más enfadados, casi sin echarle cuenta al botín, Rydian pensó que sería el momento para cogerlo. Así que fue todo lo rápido que pudo, lo cogió y salió por la misma puerta por la que había entrado. Los hombres muy asustados y sorprendidos, se dieron cuenta. Salieron detrás del botín estupefactos. Entonces, Rydian se volvió de nuevo visible y empezó a correr hacía el banco de la ciudad.
Llegó casi sin aire y con el botín en la mano y con todas las miradas hacía él de los ciudadanos, lo entregó al director del banco. Poco después aparecieron los dos hombres o más bien dicho ladrones, que fueron detenidos por los policías.
Todo el mundo, ciudadanos, policías y detectives aplaudieron al muchacho, preguntándole que cómo lo había conseguido y dándole las gracias. Aunque salió en revistas, periódicos y en la TV, Rydian nunca reveló el secreto, ni siquiera a su propia abuela, que estaba muy orgullosa de su nieto.
A lo largo de toda su vida, tomaron a Rydian por un héroe, ya que seguía deteniendo a ladrones e incluso a asesinos.
Algunos creían que tenía súper fuerza, otros que volaba, pero el gran héroe nunca dio a conocer su verdadero poder: la invisibilidad.


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